sostenible

Los cursos en el programa de la carrera deben ser revisados y evaluados metódica y sistemáticamente (al menos cada 2 años) en razón de su diseño sustantivo, sus objetivos, contenidos y de la aptitud y vocación de quienes los imparten. No podemos seguir perpetuando ese patrón en el que muchos cursos van cayendo en la obsolescencia, ya sea por actitudes negligentes, por desactualización o por simple inercia. Encuentro absurdo e inconcebible que, cuando por fin se proponen modificaciones curriculares, éstas se hacen con fines meramente formales y para propósitos de imagen externa, desaprovechando la oportunidad de nutrir y enriquecer lo que verdaderamente importa: nuestra Escuela. Algunos de los últimos procesos en los que se encuentra enfrascada la administración actual se asemejan mucho a un fenómeno que tanto luchamos a diario por erradicar en los talleres de diseño: el fachadismo escenográfico. Acaso queremos construir una escuela que se parezca a Hollywood... donde todo es etéreo y nada tiene fondo, pero sucumbimos a la ilusión de contar  con muchas estrellas en el papel?
Debemos promover la investigación aplicada como uno de los ejes fundamentales de nuestra Escuela, en donde participemos activamente docentes y estudiantes, vinculándola como parte de los procesos de creación conjunta del conocimiento, así como una herramienta para superar muchas de las deficiencias metodológicas, de formulación y gestión que, en general, presentan los estudiantes. Los proyectos de investigación no deben ser proyectitos aislados, sino que deben irse generando desde un encadenamiento lógico entre ellos, con proyectos de tesis y con los contenidos mismos de algunos cursos teóricos, técnicos y hasta de talleres. El conocimiento que se produce en la investigación puede ser aprovechado como insumo para la actualización y producción en la docencia (en vez de quedar archivado), así como en la aplicación práctica en comunidades urbanas y rurales que fomente una proyección externa de nuestra Escuela, no desde la imagen, sino desde aportes concretos y tangibles. Esto, igualmente, puede generar recursos económicos significativos para ser reinvertidos en infraestructura y equipamiento. Debemos implementar la investigación en nuestra Escuela no como una ramificación más en el organigrama operativo de un elefante blanco burocrático (para el que no existe siquiera el recurso actualmente), sino como un componente sustantivo transversal que vaya madurando y consolidándose conforme se va integrando y construyendo.